Diferentes expertos y especialistas en Psiquiatría han analizado en la Mesa 17 de nuestro Congreso las principales consecuencias sobre la salud mental y el impacto emocional que los profesionales sanitarios y la población general han tenido durante la pandemia del SARS-CoV-2 en España, además de los trastornos psiquiátricos en los afectados por la COVID-19.
Durante la celebración de esta mesa redonda, se ha destacado el impacto que la pandemia ha tenido en los profesionales de la salud, que se han visto más afectados por problemas emocionales y de salud mental que la población en general, debido sobre todo a la sobrecarga de trabajo y tensión en su labor profesional, además de al resto de consecuencias derivadas de la propia pandemia (confinamiento, distanciamiento social, etc.). Así lo expuso el Dr. Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), quien señaló que “los profesionales sanitarios se desviven y dan todo lo que tiene en su tarea profesional, más en situaciones difíciles de crisis sanitarias, pero lo de esta pandemia no tiene parangón”.
El Dr. Arango ofreció los datos de los principales estudios que se disponen sobre la salud mental de los profesionales sanitarios expuestos al SARS-CoV-2 (con más de 24.000 sanitarios analizados), que muestran que padecen más insomnio, ansiedad, y depresión que la población en general, así como otros problemas de somatización y obsesiones y compulsiones, y un mayor estrés, sobre todo en las zonas más afectadas por contagios de COVID-19.
Sobre las preocupaciones de los sanitarios durante la pandemia, indicó que son el colapso del Sistema Nacional de Salud, la posibilidad de infectar a compañeros, familiares o a uno mismo, además de las medidas de protección en su labor profesional. Arango apuntó que son necesarias medias de apoyo a los trabajadores de la salud para prevenir, afrontar y superar estas dificultades y que las falsas expectativas no apoyan la situación. “Hay un cansancio acumulado y hay que conocer y cuidar mejor a los grupos vulnerables y grupos de riesgo en la población sanitaria, con programas preventivos y de detección precoz, que aseguren además su confidencialidad, para lograr así avanzar en su atención en salud mental y emocional”.
Por su parte, el Dr. Manuel Martín Carrasco, director médico de los centros de Hermanas Hospitalarias en Navarra, aseguró que “la pandemia ha alterado drásticamente la vida de las personas, no sólo porque ha sido una crisis sanitaria sino también social y económica. Las catástrofes sanitarias y económicas se han asociado históricamente a un aumento de la prevalencia de trastornos psiquiátricos en la población general, afectando especialmente a determinados grupos de población".
Martín Carrasco presentó una revisión sobre diferentes estudios sobre la salud mental en la población relacionada con la COVID-19, donde destacó el aumento de la prevalencia en la depresión, la ansiedad y el estrés, y en los que aparecen como factores de riesgo ser mujer, menor de 40 años, y estudiante. Ante esta situación, Carrasco afirmó que hay medidas que se deben tomar a nivel general o colectivo para mejorar los factores de riesgo de los problemas de salud mental, pero también hay que realizar medidas a nivel individual, que tiene que hacer la propia persona afectada. “La actuación sobre los grupos vulnerables, así como las medidas de carácter general y el esfuerzo personal, puede contribuir a paliar el malestar psicológico de la población”, afirmó.
Por último, la Dra. María Pino Alonso Ortega, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Bellvitge de Barcelona, reflexionó sobre los trastornos psiquiátricos en los afectados por la COVID-19, sobre los que hay poca información y estudios hasta la fecha, pero que muestran como principales trastornos el delirio, la depresión o la ansiedad, con mayor riesgo en mujeres con antecedentes psiquiátricos.
Alonso Ortega incidió en que “debemos estar pendientes de aquellos pacientes con más vulnerabilidad, que son los que tienen trastornos psiquiátricos previos”, y explicó que hay que tener en cuenta los factores de riesgo que provocan esos trastornos, que abarcan desde la afectación del sistema nervioso central hasta el aislamiento social, la situación económica o las secuelas de la COVID-19. Asimismo, resaltó la importancia del abordaje psicoterapéutico de los pacientes, y no sólo del tratamiento farmacológico, y concluyó que aunque “hay datos limitados sobre salud mental en poblaciones clínicas de infectados con COVID-19, se debe seguir trabajando para determinar los factores de riesgo y los protectores, y desarrollar estrategias de prevención para detectar a las poblaciones de riesgo, además de garantizar a los pacientes que tengan los mejores opciones terapéuticas con tratamientos psiquiátricos, somáticos y psicoterapeutas”.